Las leyes de tráfico


Dijo un sabio: “el mayor pecado de nuestro tiempo es creer que no existe el pecado”.  Un anuncio de TV decía: “todo lo bueno es pecado o engorda”. Pero sería más correcto decir: “Es pecado, todo lo que daña mi alma” y  “engorda perjudicialmente, si comes más de lo que necesita tu organismo”.

             No solo se dañan el estómago, el corazón, los pulmones, el hígado,  sino que además hay actos, pensamientos aceptados, deseos aceptados, obras que dejo de hacer, que dañan mi interior, mi espíritu, mi alma, es decir –lo más valioso que tengo y soy - .  

            Pecado es, toda desobediencia voluntaria a la ley de Dios, a lo que Dios me pide en los 10 mandamientos. Comete una infracción de tráfico el que voluntariamente se salta una ley de circulación, la gravedad de la infracción depende de la gravedad de la ley que se salte. Pone así en peligro su vida y la de los demás. Las leyes de tráfico están para ayudarnos a circular sin peligro y tener un buen viaje.

            Los Mandamientos de Dios, son las leyes de tráfico de nuestra vida. Están para protegernos de lo que nos perjudica, y ayudarnos a vivir como buenos hijos de Dios. A pesar de todo hay quién se salta los semáforos en rojo, adelanta en prohibido, o circula a 199 Km. por hora, porque no valora su vida, ni la de los demás. Cambia unos segundos de capricho por un posible accidente que lo deje en silla de ruedas, o en una caja de pino con nicho incluido, o por llevarse a una familia por delante.

            El primer PECADO o pecado ORIGINAL, lo cometió Eva y su pareja Adán. Solo tenían que obedecer un mandamiento, y prefirieron desobedecer, para comerse una miserable “manzana”. ¡Vaya negocio! Así de espabilaos hemos salido todos los descendientes de esta primera pareja. Por veinte monedas de plata, el apóstol Judas Iscariote vendió a Jesucristo para que lo crucificaran. Por una apuesta, en una juerga, Herodes cortó la cabeza a su amigo, Juan el Bautista. etc. etc. etc.

 Mírate al espejo y verás que tú tampoco te escapas de cometer errores.

¡Qué bien se circula cuando se respetan las leyes de tráfico!, ¡que bien se vive cuando se obedecen los Mandamientos de Dios nuestro Padre!.

            La Cuaresma es tiempo para hacernos un chequeo del alma, y extirpar los tumores malignos de nuestro espíritu, que destruyen la buena persona que somos. Necesitamos una  “Gracio-terapia”, es decir,  acercarnos a Dios que tiene la MEDICINA (Gracia de Dios) para los tumores de nuestra alma. La consulta es la CONFESIÓN y el instrumental médico es el SACERDOTE.

Hay tumores pequeños (veniales) y grandes (mortales) que están destruyendo nuestra vida, sin darnos cuenta.  Jesús dice: “No necesitan medico los sanos sino los enfermos”, y ha venido a curarnos de: la Soberbia: que es no reconocer nuestros errores, siempre quedar por encima, no obedecer…la Avaricia que es ansia de tener más, dinero, ropa, caprichos, lujos, comodidades …la Envidia que es tristeza por el bien del prójimo…la Ira que son malos modos al hablar, pensar, actuar, odios, rencores…la Lujuria que es buscar placer sexual egoísta sin amor, en actos, pensamientos y deseos aceptados…la Gula que es vivir para comer, para beber, olvidándonos de los que pasan hambre…la Pereza que es ir al mínimo esfuerzo, la chapuza, buscar solo mi comodidad….

Revísate por dentro, ahora  es el momento. Hablaremos de la TERAPIA-Confesión, para vivir sano y santo...