Elegir entre matrimonio y sacerdocio

Llucià Pou



Cuando se conoce que un obispo o sacerdote tiene relaciones conyugales, dimite de sus encargos. Esto viene de antiguo, pero cuando hay crisis de fe cuesta perseverar: donde muere la fe, muere también la continencia. Opiniones de moda mantienen que una persona no pueda ser madura ni realizarse si no es sexualmente activa, esto no es cierto, y basta ver la proliferación de desamor que hay entre parejas e hijos.

La realización personal depende de tener un corazón enamorado, saber lo que se quiere (tener un ideal) y fortaleza para perseverar a pesar de las dificultades.El sacerdote vive su celibato porque quiere tener un corazón en el que puedan caber todas las personas, y no sólo una mujer y unos hijos. Así como la unión conyugal obliga a cada uno de los cónyuges que forman la pareja a amar al otro en forma exclusiva y excluyente, así se compromete también el sacerdote con toda la Iglesia. Esto requiere disponibilidad, generosidad en el amor, amplitud y trascendencia.

Con su celibato el sacerdote dice: “mi familia son ellos”. El celibato se convierte así en una opción gozosa, a la que se abre una familia espiritual muy grande. En el corazón del sacerdote cabe no sólo una familia, sino la familia de todos los hombres.