Catequesis del Papa a niños de Primera Comunión





CIUDAD DEL VATICANO, 15 OCT 2005 (VIS).-Esta tarde, 150.000 personas, de las cuales 100.000 niños de Italia y de otras partes del mundo que han hecho este año la primera comunión, participaron en la Plaza de San Pedro en un encuentro de catequesis y de oración con el Papa, cuyo tema fue "El Pan del cielo".

Los niños, acompañados por sus familiares y catequistas, llenaron la Plaza de San Pedro y parte de la Via della Conciliazione. Antes de la llegada de Benedicto XVI hubo una fiesta, que incluyó música y espectáculos en los que actuaron varios pequeños. El momento principal fue el diálogo en el que el Santo Padre respondió espontáneamente a las preguntas que le hicieron algunos niños sobre la Eucaristía, que se encontraban sentados muy cerca de él.

Al responder a la primera cuestión, el Papa contó el día de su primera comunión: "Un precioso domingo de marzo de 1936, hace 69 años. Era un día de sol, la iglesia era muy bonita, había música. El recuerdo más precioso es cuando entendí que Jesús había entrado en mi corazón, que me había visitado, y con Jesús, Dios mismo estaba conmigo. Este es un don de amor que realmente vale más que todo el resto de la vida", recordó. Aquel día, dijo, "prometí al Señor, en la medida de lo posible: Quiero estar siempre contigo, y le pedí: pero Tú tienes que estar siempre conmigo".

Una niña le preguntó por qué confesarse antes de comulgar si siempre cometen los mismos pecados. El Papa se rió al escuchar la pregunta y respondió: "Es verdad, en general nuestros pecados son siempre los mismos, pero hacemos limpieza de nuestra casa, de nuestra habitación, al menos cada semana, aunque la suciedad sea siempre la misma. Si no se hace, corremos el riesgo de que se acumule la porquería, aunque no se vea. Lo mismo sucede con nuestra alma -prosiguió-: si no nos confesamos nunca, el alma se descuida. Estoy contento conmigo mismo, pero no entiendo que debo mejorar siempre para seguir hacia adelante". La confesión, afirmó, "es necesaria sólo en caso de pecado grave, pero es muy útil confesarse regularmente para cultivar la limpieza y la belleza del alma, y madurar espiritual y humanamente".

A otra pregunta sobre la presencia de Jesús en la Eucaristía, aunque no lo veamos, el Santo Padre respondió: "No lo vemos, pero hay tantas cosas que no vemos, que existen y que son esenciales. Por ejemplo -dijo-, no vemos nuestra razón, nuestra inteligencia, pero existe para que podamos hablar y pensar. No vemos ni siquiera la electricidad, pero percibimos sus efectos, como la luz. No vemos las cosas más profundas, pero podemos ver y sentir sus efectos".

A otra pequeña, que le preguntó qué hacer si sus padres el domingo no van a misa, le sugirió que hablase con ellos "con gran amor, con gran respeto" y que les dijera: "Querida mamá, querido papá, ¿sabes que hay algo muy importante para todos nosotros, también para ti? Encontrarnos con Jesús".

El encuentro concluyó con la adoración y la bendición solemne de la Eucaristía. Antes, el Santo Padre explicó a los niños que adorar es "reconocer que Jesús es el Señor, el centro de nuestras vidas. Rezar -continuó- es decir: Jesús soy tuyo, no quisiera perder nunca esta amistad, esta comunión contigo". "La ausencia de Dios -concluyó- es una laguna destructiva. El es la luz, la guía de nuestra vida, de la que tenemos necesidad".